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Nombre: Mestizo
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

Licenciado en Ciencias de la Comunicación(UBA).Hice la Maestría de Periodismo Clarín-Universidad de San Andrés.Trabaje en Clarín,en la seccion de Deportes y Ciudad.También soy redactor en Vocero Boliviano una publicación mensual dirigida a la comunidad boliviana en Buenos Aires y actualmente trabajo en el periodico EL DEBER de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en la sección de Economía. CONTACTOS: jcsalinas@eldeber.com.bo jcsalinascortez@gmail.com jcsalinascortez@yahoo.com.ar

viernes, agosto 05, 2005

Marcha del orgullo Gay

Alexandra, el nombre de la libertad

www.la-epoca.com

Cuando notó que su mamá lo estaba observando al ingresar en el desfile en El Prado, nunca imaginó qué le diría después. “Vi que en Santa Cruz habían apedreado a los que participaron de la marcha y creí que iba a ocurrir lo mismo acá, me imaginé que yo te abrazaba y protegía y que todas las piedras sólo me llegarían a mí y no a ti, hijo”, le explicó su madre al llegar a casa.

Alexandra nunca más se sentirá sola. Aún se humedecen los
ojos al recordar ese día, cuando en La Paz se realizó la primera marcha del orgullo gay, porque ya con el apoyo de su familia y de su círculo de amigos no volvió a negar que era uno de ellos, específicamente un “transformista”.“Ojo, cuidado que anotes que soy travesti, ellos se visten siempre de mujer, yo sólo lo hago en momentos especiales para demostrar mi parte femenina”, advierte mientras acomoda su delgada figura en una silla del Café Vox, un café gay en la zona de Miraflores.

Con mirada de hombre a hombreDe piel blanca, ojos vivos y sonrisa franca, R.L. habla con una firme seguridad que le hubiese gustado tener antes, cuando sintió que le atrajeron mucho unos ojos y un cuerpo que no eran femeninos.“Tenía 12 años cuando viajé a los Yungas y vi a un chico muy bonito, era muy lindo. Lo miré y me miró y algo había sentido dentro de mí”, cuenta como recordando a su primer amor platónico en su tierra natal. El momento había sido fugaz al igual que su dicha.

Al retornar a La Paz comenzó a preguntarse por qué tenía esos síntomas cuando alguien nos gusta: nervios en el cuerpo, rubor en las mejillas y mariposas en el estómago.“No sabía y no comprendía qué me sucedía. No podía hablar con nadie y me callaba todo lo que me estaba ocurriendo, en realidad me gustaban hombres, me gustaban de verdad y creía que nadie me entendería. Estaba solo”, recuerda mientras saluda con besos en la mejilla a los habitúes que ingresan al Vox.

Así vivió con esa angustia durante la secundaria de un colegio católico, regido por monjas alemanas. A sus 25 años aún profesa el catolicismo, aunque en esa oportunidad no encontró respuestas a sus dilemas en la fe. Cuenta que fueron muchas noches de llanto creyendo que era el único ser humano en el mundo con ese tipo de conflicto existencial. Mucho más viniendo de una familia con dos hermanos mayores que se jactaban de su hombría al tener incontables amores y ser conocidos por sus aptitudes en un deporte tan “masculino” como el fútbol.

Años más tarde él ostentaría sus propias conquistas: Señorita La Paz 2002 y Miss Bolivia 2003. “Tenía 19 años y con una muchacha nos animamos a ir a un boliche que habían sugerido dos amigos. Era una disco como cualquiera: música, luces, pista, mesas, trago, salvo las parejas de chicos que se besaban entre sí. No supe qué hacer, me quedé sorprendido y lo primero que sentí en ese momento fue miedo.

Desde niño yo tenía el pensamiento que los maricones te violan, fue lo más ridículo que tenía en la cabeza”, cuenta entre risas, mientras al fondo del café tres gays juegan toqueteándose las nalgas.R.L. ya había cambiado las discos hétero por las gays y su círculo de amigos incluía a los “raritos”, como se les dice, a quienes ya había confesado su amor por el mismo sexo.Sin embargo él, que se sentía ella, tenía la sensación que estaba engañando a su familia y un buen día se animó a contar el secreto a su hermana mayor, la única en su familia que le despertó confianza en ese entonces.“

Antes de participar en la elección de Miss La Paz Gay 2002, a pedido de unos mis amigos, necesitaba decir a alguien lo que estaba haciendo. Le dije ‘soy gay’ y voy a participar en una elección de gays, ella me dijo: ‘No te hagas líos y cagate en todos, yo te apoyo, eres mi hermano’. Fue muy cálido sentir ese apoyo y desde ese momento toda mi familia se enteró aunque nunca hablábamos del tema”, recuerda Arantxza Alexandra Anderson, quien tomó ese nombre artístico para participar del certamen de belleza.

De forma paralela a sus actividades como estudiante de la carrera de Comunicación Social en la UMSA, trabajaba como voluntario en Libertad Adesproc, una ONG dedicada a brindar información a la comunidad gay. De a poco se fue ganando un lugar en esta institución, del cual ahora es uno de los pilares fundamentales, pues justo en estos momentos se encuentra en Oruro dictando talleres informativos sobre las enfermedades venéreas.

Ya con el título de Srta. La Paz, al año siguiente fue elegida Miss Bolivia Gay 2003 y siempre recuerda el hecho como uno de sus mayores logros personales desde que asumió su verdadera identidad, aunque luego vendría uno de los mayores tropiezos de su vida.“Me animé a representar a mi comunidad en el ‘casting’ para modelos de Operación Fama, el ‘reality’ de Unitel, donde me presenté como mujer pero con mis verdaderos datos. Fue un orgullo saber que había sido elegida junto con otras cuatro chicas de más de 300 postulantes en La Paz.

La producción me prometió el viaje a Santa Cruz con todos los gastos pagados para participar en el show televisado pero los ejecutivos de la red se opusieron a mi presencia porque iba a ser un gran golpe a nuestra sociedad”, evoca con tristeza Alexandra. Pese al golpe emocional que supuso esta discriminación, continuó con el reconocimiento a su verdadera identidad sexual y ahora planea obtener su licenciatura conduciendo un programa televisivo con su típica vestimenta de mujer.

El objetivo: explicar lo que realmente son los homosexuales en Bolivia.“Me he dado cuenta que la televisión amarillista nos usa y abusa cuando festejamos nuestro día del orgullo gay, pero cuando queremos explicar lo que somos apenas nos dan unos segundos”, dice. Actualmente una de las preocupaciones de Alexandra es la prevención del Sida entre los miembros de la comunidad y el poder ayudar a los nuevos miembros que acuden a Libertad en busca de información. “Conocimos un muchacho que era gay pero su familia nunca aceptó esa condición y lo llevaron a psicoterapias para que le gusten las mujeres.

En un momento de vacío consigo mismo, el compañero no pudo resistir más la presión de los suyos y se suicidó desde el puente de las Américas. Es muy importante el apoyo de nuestras familias, así como yo lo tuve cuando mi mamá fue a verme cuando entré disfrazada el 28 de junio del 2002”.